miércoles, 22 de septiembre de 2010


Ciorán dijo hace muchos años, siglos, que un libro debía de ser un peligro. En el fondo, estoy segura de que llevaba razón. Por más que me esfuerce en aparentar que leer me acerca a la felicidad, eso no es cierto, más bien, todo lo contrario, cuanta más sabiduría extraigo de ellos, más dolor e infelicidad me acompañan. Lo cierto, es que leer hace infeliz a la gente, aunque si renunciar a una parte de mi felicidad es el precio de disfrutar de las grandes obras que han escrito maravillosos autores, no me parece un precio tan elevado. No creo que mi vida vida haya sido fácil, pero eso sucede con todas las vidas de todas las personas (o, al menos, eso quiero pensar), pero tampoco es que yo sea una persona demasiado sencilla de tratar. No comprendo la mayor parte de las cosas o, más bien, las entiendo de un modo que el resto del mundo se niega a ver. Siento que no estoy dentro de este planeta en el que el resto de humanos viven, y, cada día que pasa, voy perdiendo una nueva esperanza que surge no sé de donde, una esperanza de hallar a alguien que me comprenda, una esperanza de vislumbrar la felicidad. No siempre he sido desdichada, cuando era muy pequeña era feliz, con la felicidad que da el hecho de ser un ser sin conciencia, sin temor a la vida, sin más experiencia que la de jugar a ser mayores. Ahora, tantos años después, hecho tanto de menos aquella vida, echo de menos aquella niña, me veo cada mañana en el espejo, intentando buscarla detrás de mis ojos, intentando recordarla, y, con desesperación, compruebo que ya no existe nada de aquel pequeño ser, nada de sonrisa, de su felicidad, de sus ganas de vivir, nada de lo que un día existió. Si es que aún existe algo de aquella niña, se trata de la fragilidad, aunque una fragilidad distinta: aquella pequeña era frágil físicamente, era poco fuerte; esa fragilidad física ha casi desaparecido, todo lo que puede desaparecer, con el paso de los años, pero ha ocupado su espacio una fragilidad aún más temerosa y más dolorosa, la fragilidad psicológica, mental, espiritual... o como cada uno quiera llamarle. El hecho es que antes no me dañaban las palabras y si los golpes, ahora preferiría mil y un golpes físicos que uno solo emocional. Yo sé que existe más gente como yo, que se siente perdida, sola ante un mundo rodeado de gente, pero eso no me hace mas feliz, todo lo contrario, saber que alguien sufre todo lo que yo también siento, es un motivo más para sentirme desdichada. Aunque no tengo demasiada edad física, como yo la llamo, (ya que ya soy mayor desde hace mucho en mi edad no física), me encontré ya con muchas personas, gente que me ayudó, que me acompañó, y me acompaña, en muchos momentos duros, pero aún así, siempre he sentido que no comprenden lo que siento. Realmente, es lógico que no lo hagan, yo misma me extraño de lo que hay en mi interior, y no para de preguntarme continuamente por qué no puedo ser como el resto de las personas de mi edad, que no tiene más preocupaciones que salir, hacer amigos, conocer el amor, incluso estudiar, y poco más. Sentirme como un extraterrestre nunca ha sido algo extraño para mí, pero cada día duele más sentirse así. En un principio, hace ya mucho tiempo (parece que hayan sido siglos), pensé que ser diferente no era algo malo, todo lo contrario, creí que eso me hacía especial, que me ayudaría a ser alguien digno de recordar, pero con el paso del duro tiempo, me di cuenta de que me equivocaba. Tengo miedo de darme cuenta, un día cualquiera, de que no fui lo suficientemente buena para estar en este mundo, darme cuenta de que este sentimiento de angustia y esta soledad en la que vivo, en realidad, no es consecuencia de tener una mente un poco extraña, que razona sobre temas que a nadie le preocupan, sino que es todo por culpa de mi persona en general. Esta última frase suena como si tuviese miedo a la muerte, pero eso no es cierto. Al contrario que la mayoría de humanos, no temo a la muerte, algún día (lejano también) la temí, pero ya no, ya no la temo y eso no es lo peor de todo, antes temía a la muerte, pero ahora temo a la vida. Me sorprende enormemente algo que he observado siempre con admiración, el hecho de que gente (mucha que conozco) que ha sufrido lo insufrible, gente que ha derramado lágrimas de sangre, el hecho de que se amarren de una forma tan admirable a la vida, me sorprende ver como desean seguir en este mundo y como esperan, con deseo sincero, que la muerte tarde mucho en llegar. Al contrario que ellos, yo nunca me he preocupado por si la muerte me sorprende algún día a la vuelta de la esquina, hubo veces, muchas, en las que incluso la desee, la desee con todas mis fuerzas, y, lo cierto, es que nunca me he sentido amarrada realmente a la vida, de hecho una parte de mi ya hace muchos años que ha dejado de caminar conmigo por este mundo, una parte que murió hace tiempo, una alegría esperanzadora que murió junto con aquella niña que amaba a los animales y que deseaba conocer a un príncipe que la querría por encima de todo (un príncipe, que al contrario que todos los sueños infantiles, no tenía por que tener una gran fortuna, bastaba con que estuviese lleno de amor, dulce amor). Como ya he dicho, nada queda ya de esa niña, nada que merezca la pena ver, aunque a veces, sólo algunas veces especiales, miro al espejo y puedo distinguir en lo más profundo de mis ojos un resquicio de aquella pequeña, esas contadas veces son las que hacen que mis pies se decidan a hacer un nuevo esfuerzo cada día por emprender una nueva caminata. No sé lo que me deparará la vida, aunque los que creen en el karma, dicen que si haces el bien obtienes el bien y que si te pasa todo lo malo luego llegará lo bueno, así que esperaré a ver si esos pensadores llevan razón. Así, mientras espere la vida irá pasando y lo único que deseo fielmente, es que cuando la muerte llegue a mi puerta y me acompañe a su camino, esa niña, aquella pequeña niña, me coja de la mano y me sonría con aquella gran sonrisa que le acompañaba cada día, desde la mañana hasta la caída del sol...

2 comentarios:

  1. Ais…. Que bonita entrada Vero!!
    Pero hei de dicirche, que todos, teñamos a idade que teñamos, sempre vamos levar dentro ese neno ou nena que fomos nun tempo. Ese ser tan pequeno vai a vivir sempre dentro dunha persoa, así tivese unha infancia moi boa, ou mala coma a de antes, pero de seguro, que por moi mala que fose, houbo momentos bos nesa vida de neno que fan que a infancia dese neno, e o neno mesmo viva por sempre ata o fin dos seus días na súa alma, no seu corazón, na súa mente, en si mesmo. Porque todos somos ese bebé que naceu un día sen que ninguén nos preguntase, pero non puxemos ningún pero, senón que seguimos vivindo, e convertémonos en nenos, e fomos crecendo cada día un pouco ata ser o que agora somos cada un de nós. Pero ese neno irá sempre dentro, é innato a unha persoa, sexa quen sexa.
    Ti dis que non, pero de seguro que esa nena que fuches aínda non hai moito tempo, pero que parece unha eternidade, está dentro de ti; o que pasa é que non a sabes buscar, por iso non a podes ver. Así que búscaa na túa mente, na túa alma, no fondo do teu corazón, agora adolescente, que co tempo se converterá nun corazón de muller. Recorda, só hai que saber buscar ese neno/a que fomos tempo atrás.
    Veña, moitos bicos infantís para ti, e unha aperta moi grande.
    P.S.: Como din os nenos pequenos cando dan abrazos, chiiiiiiiiiii !!!!!!!!!

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  2. buen pensamiento sin embargo como ahi mismo lo escribes claro quisas no con las mismas palbras con las que te las digo ahora la lectura es un arma de doble filo que quien la practica sabe como utilisara aquella sabiduria y como la aplicara para asi poder alcansar felisidad (R.L)

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